astridplein, anvers
El espacio que conforma la plaza Astrid, justo al lado de la estación central de Amberes, en Bélgica, no está falto de elementos de interés: el imponente edificio ferroviario del XIX que lo domina desde su banda sur; la sala Elisabeth que aporta un toque de distinción a su fachada este y al lado de la cual los elementos singulares que presiden la entrada al zoológico introducen una nota exótica; el edificio a convertirse en el museo del diamante... Incluso los edificios menos nobles de la plaza contribuyen en este sentido de armonía que domina la mayoría de su arquitectura.
Pero a pesar de todos estos elementos, las bandas norte y este de la Astridplein no parecen beneficiarse de la vitalidad de su entorno o de los valores de su arquitectura y presentan una aspecto abandonado y poco atractivo que contrasta vivamente con lo que pasa a los lados sur y oeste.
Numerosos son los factores que crean esta bipolaridad entre una mitad y otra:
El vehículo privado ocupa una parte bastante importante de la plaza, cruzándola de norte a sur y constituyendo una barrera para los peatones que quieren atravesarla. Si tenemos en cuenta que, además, el verde central no es accesible, comprenderemos que, a pesar de su atractivo, esta plaza, tal y como está hoy pensada, acontece una interrupción para el flujo peatonal hacia la Gemeentestraat. Como consecuencia de todo lo anterior y teniendo en cuenta que, además, las aceras laterales son muy estrechas, hay muy poco espacio destinado a los peatones.
Por su parte, el transporte público que convierte la Astridplein en un importante nudo de comunicaciones está concentrado de manera tal que contribuye también a mantener el público en las bandas norte y oeste de la plaza y no le invita a utilizar el resto del espacio.
La abertura de la plaza para la llegada del tren de alta velocidad constituye una ocasión para renovar el espacio existente. Pero para asegurarse que el nuevo diseño satisface las necesidades derivadas de su propio rol dentro de la ciudad, es necesario que los elementos que se introduzcan atraigan gente hacia el extremo nordeste de la plaza y tengan verdadera capacidad de impacto en el tejido urbano más allá de las calidades propias del diseño en sí. La resolución de problemas específicos, identidades individualmente, no puede hacer olvidar la necesidad de una actuación global que entienda el espacio como un todo y reequilibrio la importancia de atorgar a la resolución de cada uno de ellos con una visión de conjunto. La solución tiene que ser clara, hacer de la Astridplein un espacio representativo y constituirlo en mecanismo adaptable a las condiciones cambiantes del tiempo.
Por todo esto, el proyecto evita el tránsito privado a través de la plaza, mantiene la idea de una pieza central verde pero accesible y resitúa el transporte público de manera que la actividad que genera beneficie al conjunto del espacio.
Como resultado, la nueva Astridplein diferencia claramente dos partes.
La zona inmediata a la estación es una superficie pavimentada, totalmente peatonal, donde confluyen los flujos de la estación, del salón Elisabeth, los jardines zoológicos, el Keyserlei y la Statiestraat. Su proporción está pensada para establecer la relación adecuada con los edificios públicos de alrededor, donde se resitúan los dos mástiles simbólicos hoy existentes. En este espacio se encuentra el acceso de peatones al aparcamiento subterráneo y el acceso al aparcamiento de bicicletas.
La otra zona es un área verde y un nudo de comunicaciones. En ella hay dos amplias aceras simétricas, a las fachadas este y oeste de la plaza, alineadas con árboles y con espacio suficiente para diferenciar os ámbitos destinados al público que espera el autobús o el tranvía, la circulación de bicicletas, los peatones y las posibles terrazas de los cafés. Los tranvías se pararán en la banda este de la plaza mientras que los autobuses lo harán en la banda oeste.
El verde de la pieza central permitirá la circulación de peatones y sobre ellos se situarán las entradas del metro y del nuevo aparcamiento subterráneo, de manera que su acceso sea fácil desde cualquier punto de la plaza. Estos accesos, construidos como cajas de vidrio sobre la vegetación actuarán como linternas nocturnas sobre el conjunto del espacio.