parc dels turons, barcelona
El Parc dels Turons es más la materialización de un proceso que la ejecución de un proyecto tal y como éste se concibe habitualmente.
Es, de entrada, un proceso de reconquista del territorio, de apropiación para el ciudadano de las faldas de unos cerros largamente olvidados por la ciudad y difícilmente accesibles. Una reconquista destinada no sólo a convertir en un nuevo pulmón verde lo que era un territorio de nadie en un privilegiada situación en medio del tejido urbano -operación ya de por sí imprescindible- sino planteada también como oportunidad para satisfacer las necesidades urbanísticas de un fragmento de ciudad lleno de carencias.
Había que abordar desde los problemas inherentes a piezas residenciales segregadas del resto del tejido, hasta déficits de equipamientos o de conectividad, pasando por los obvios problemas de identificación formal y física del espacio público, y había que hacerlo a través de la definición de esta nueva pieza verde, entendida como oportunidad para poner en marcha otros resortes.
Ante la envergadura de los retos planteados, las estrategias de intervención en el territorio de las colinas centrales de Barcelona debían permitir definir mecanismos que hicieran posible avanzar por pasos sucesivos y redefinieran, al cabo de los años, tanto el carácter formal de esta pieza singular como su rol urbano.
Los primeros pasos en la realización de este proceso han implicado la apertura de caminos que articulan el territorio, lo enlazan con la ciudad y facilitan su acceso, permitiendo identificar una serie de espacios hasta ahora inconexos y vertebrar los mismos como conjunto reconocible. Desde ellos es posible disfrutar de unas perspectivas insólitas sobre la ciudad que redefinen el papel urbano de estos espacios hasta ahora olvidados. Caminos, escaleras y puentes se constituyen en la primera herramienta de intervención.
El otro elemento fundamental en esta primera fase es la plantación de arbolado. Las características del terreno han hecho que durante muchos años los cerros fueran conocidos como "la montaña pelada" dadas sus dificultades para regenerar espontáneamente la vegetación que les había sido extirpada. Un proceso paciente y meticuloso de tratamiento del suelo y de reforestación permite que, poco a poco, los cerros adquieran el aspecto que corresponde a un espacio con voluntad de pulmón verde para la ciudad.
El tercer elemento sustancial es la creación de ámbitos que pautan el territorio. A veces estos ámbitos aprovechan su situación estratégica y se convierten en puertas de entrada al parque desde la ciudad, o bien se instalan en puntos donde la vista es privilegiada y definen nuevos miradores sobre Barcelona. En algunos otros casos tienen una voluntad funcional específica y están pensados para convertirse en zonas de juego, con la voluntad de desplazar estas actividades desde allí donde ahora se producen (la plaza central del Park Güell, por ejemplo, extraordinariamente frágil) o facilitarlas a nuevos usuarios.